viernes, 27 de enero de 2012

Un nuevo favorito.

No quiero que me quieras por ser bueno no lo soy 
(nadie miente mejor que el que aprendió el oficio engañándose a si mismo).

No quiero que me quieras porque estoy 
pues tengo la costumbre de marcharme casi sin remordimientos cuando alguien ignora mis indicios.

No quiero que me quieras solo por lo que escribo 
(mis palabras son románticas rameras que dicen la verdad pero siempre me han consentido).

No quiero que me quieras por estar disponible 
(no hay mayor egoísmo que sentirse necesario para quien te resulta imprescindible).

No quiero que me quieras porque te quiero. 
El mercado de mi vida no funciona con trueques y el amor es más que un canje de prisioneros.

Ya lo dijo Sabina -mejor- en la canción que conocemos, 
pero lo digo yo, que no aprendí a callarme a tiempo:

Yo quiero que me quieras como quieras como inventes 
y sepas como menos te duela y te mate por dentro.

Yo quiero que me quieras como mejor te salga 
como el peor secreto como no puedas querer de nuevo.

Yo quiero que me quieras a tu manera 
aunque lo digas poco y lo sientas todo el tiempo 
aunque nunca me escribas un poema.

No quiero que me quieras porque estoy enfermo sino porque no tienes más remedio.

Carlos Salem

martes, 24 de enero de 2012

El lunes cuesta, el martes imposible sin tu voz.

Estoy empezando a comprender que en esta vida nunca se es tan fuerte como uno cree. 
Yo, que pensaba que ya nada me podría afectar. 
Que ya había pasado por esto antes, cada sentimiento. Y me veo otra vez metiendo los recuerdos en cajitas no tan pequeñas bajo llave de mi memoria.

Creo que lo peor es volver a la rutina. 
Asimilar que a tu vida le va a faltar ese brillo especial que te hacía levantarte con una sonrisa por las mañanas. A sabiendas de que tienes que levantarte de todos modos. Levantarte, ducharte, desayunar, y seguir con lo tuyo. Y encima de todo debes hacerlo con una sonrisa de oreja a oreja. Porque no puedes permitirte venirte abajo. No está permitido. Y no se lo merece.

No, lo peor no es eso. Lo peor es que aún te queden preguntas por contestar. Y no te dejan seguir adelante. Lo peor es verle y no entender nada. Y sin embargo, saber que no es necesario entender. Sentir que todo ha cambiado y que nadie ha tenido la gentileza de avisarte.

Pero bueno, es sólo una reflexión. No cambia los hechos.
Y los hechos son que ahora, una vez más, saldré adelante.